Numerosas y complicadas lesiones forzaron al más exitoso jugador de baloncesto chino, Yao Ming, a arrojar la toalla y anunciar hoy en Shanghai el fin de una carrera que "llegó un poco demasiado pronto".
"Cuando comencé a jugar, mis padres me dijeron: 'dalo todo de ti, pero un día llegará el final y has de estar preparado para tu nuevo paso", dijo el pivot de 2,29 metros al hacer hoy oficial una retirada anunciada en su ciudad natal de Shanghai.
"Así pues, me preparé 18 años para este día, aun cuando haya llegado un poco demasiado pronto".
Yao, de 30 años, se llevó respaldo emocional a su conferencia de prensa. Su esposa Ye Li, su hija Yao Qinleim, su madre Frang Fengdi y su padre Yao Zhiyuan acompañaron al pivot de los Houston Rockets, además de 200 periodistas. La televisión estatal transmitió en directo el acontecimiento.
"El baloncesto me ha dado tanto. Me llevó a un nivel superior para poder desarrollar mis facultades", dijo Yao, que tuvo que desistir de seguir jugando por sus numerosas lesiones, últimamente una fractura por estrés en el tobillo.
Yao llegó a la liga norteamericana de baloncesto (NBA) en 2002. Pero su debut fue desastroso: el gigante chino logró sólo dos rebotes, perdió dos veces el balón y en los 11 minutos que estuvo en la cancha no encestó ni una sola vez.
Más tarde, sin embargo, la "muralla china", como lo apodaron algunos medios de comunicación, fue nominado ocho veces para el partido All-Star con los mejores de la Liga.
La mala suerte de las lesiones le persiguió siempre. Desde 2005, Yao se perdió más de 250 partidos. Al final, en el balance de Yao hay 486 partidos de la NBA en nueve años con un promedio de 19,0 puntos y 9,2 rebotes.
Durante su época en Estados Unidos, Yao fue el eslabón de enlace entre la mejor liga de baloncesto del mundo y el país de mayor población de la tierra. Gracias a él, el baloncesto llegó a ser un "juego global" y abrió un nueo mercado: China se convirtió en el mayor negocio extranjero de la NBA.
El jefe de la Liga, David Stern, se mostró por tanto afectado por el adiós de Yao. "Fue una prueba de la globalización de nuestro juego", dijo Stern. "Un puente de unión entre fans".
Yao dejó en el aire cuál será su futuro. A la pregunta en broma de un periodista holandés sobre si querría entrenar a su equipo nacional, Yao contestó: "Entrenar no es ninguna tarea fácil. Yo ya poseo los Shanghai Sharks, que me mantienen en movimiento". Luego ensayó las relaciones públicas: "Pero le deseo a su selección mucha suerte".
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